Presentaba el otro día el método GTD, enfocándolo hacia los posibles beneficios para los funkzionatas. Continuo hoy, tras unos días de inactividad bloguera, con la serie que espero ir publicando por aquí.
A ver si adivino: en tu trabajo, para hacer las cosas que tienes que hacer, tienes que manejar información, información y más información. ¿A que sí? Esta información será de lo más variopinta: que si hay un procedimiento que se debe seguir, que si tal documento cumple o no los requisitos de tal norma, que si faltan tantos días para que venza tal plazo, que si tienes que tratar tales asuntos con una persona en cuanto la veas, que si tienes que informar a no sé quien sobre esto o sobre aquello… información y más información. ¿Y dónde está toda esa información?, ¿qué?, ¿en tu cabeza?… A ver, a ver… A que adivino: en más de una ocasión has metido la pata por olvidar aquello que no tenías que olvidar. Y te preocupa que vuelva a pasar. Seguramente te habrás autoconvencido de que, claro, es normal… «con la cantidad de cosas que tengo que llevar pa’lante, algún error es normal». Pero te preocupa volver a equivocarte, volver a olvidar algo.